Según un informe reciente de la Fundación ProTejer, en lo que va de 2025 las importaciones de ropa se dispararon a niveles récord, en un contexto marcado por la apertura comercial, la baja de aranceles y una fuerte apreciación del peso. Como resultado, casi el 70% de las prendas que se consumen en el país son de origen extranjero.
El dato alarma: entre enero y marzo de este año, las importaciones de ropa aumentaron un 86% y las de textiles para el hogar, un 109% interanual en volumen. A su vez, los precios de importación cayeron 26% en promedio, lo que abre sospechas sobre prácticas de subfacturación facilitadas por la eliminación de controles en Aduana y valores criterio. En particular, los tejidos de punto están ingresando al país a precios un 45% más bajos que el promedio de los últimos diez años.
Desde ProTejer advirtieron que la desregulación está dejando expuesta a toda la cadena productiva local: desde los productores de fibra hasta los confeccionistas. A esto se suma la eliminación del régimen antidumping y la falta de regulaciones ambientales sobre las prendas importadas. “Hoy, los productos textiles ingresan sin barreras, mientras que las reformas impositivas y laborales que necesita la industria nacional siguen demoradas”, señalaron.
El impacto ya es visible: cierre de empresas, pérdida de empleo y ruptura de eslabones clave de la cadena textil.

¿Bajarán los precios al consumidor?
Contrario a lo que plantea el discurso oficial sobre los beneficios de la apertura comercial, el informe pone en duda que la baja de aranceles se traduzca en una mejora significativa en los precios al consumidor. Según ProTejer, el efecto sería mínimo: una reducción de apenas 2%, mientras que una reforma impositiva tendría un impacto mucho mayor.
“El 80% del precio final que paga el consumidor por una remera premium en un shopping está vinculado a costos que no tienen relación con la producción: alquileres, márgenes comerciales, logística y otros factores”, advierte el informe. Por eso, sugieren mirar el índice de precios mayoristas antes que el IPC para entender la verdadera dinámica del sector.
Con este panorama, el sector textil nacional se enfrenta a una amenaza seria: perder su capacidad de producción y empleo frente al avance de productos extranjeros más baratos, pero no necesariamente más accesibles para el bolsillo del consumidor.
