El mismo paquete de yerba, de la misma marca, presentación y características, puede costar un 90% más caro en un comercio que en otro. En algunos productos básicos, como el azúcar, la diferencia puede ser de hasta el 60%.
En ese contexto, el dato de inflación de julio (4%) varía dependiendo de quien lo mire –y de dónde compre quien lo mire–.
Así, por ejemplo, en la página web de Precios Claros, donde hasta ahora se pueden consultar los precios de distintos productos, un paquete de yerba de 500 gramos de una de las marcas más conocidas del mercado sale entre $2.279 y $4.400: esto es, una variación del 93%.
“Es cierto que bajó la inflación, pero sigue siendo alta, y determinadas conductas no cambian de golpe. Cuando la inflación se aceleró se llegó a una situación casi caótica, en la cual los márgenes de ganancia crecieron hasta niveles absurdos”, explicó el economista Francisco Eggers.
“Ahora está el que cambió el chip, y pone un precio para vender en cantidad (el que cobra el azúcar a $990, o el aceite de girasol a $1.400), y el que sigue pensando ‘con estos márgenes de ganancia igual me compraban’”, agregó.
En ese amplio margen de diferencia se encuentran productos como el azúcar.
La misma marca del paquete de 1 kilo puede costar entre $999 y $1.600, una variación del 60%. “En esto creo que hicieron punta las grandes cadenas de supermercados, que te venden el azúcar, como gancho, con una ganancia apenas moderada; y en otros productos mantienen precios muy altos”. El problema es que esas dispersiones no se concentran en un mismo supermercado o comercio, por lo que la probabilidad de pagar esa diferencia en otros productos es alta.
Otro de los casos de mayor dispersión en los precios es el del yogur firme: el de 120 gramos de la misma marca cuesta entre $500 y $750, un margen del 50%.
En parte, agregó Eggers, esas diferencias se explican con la devaluación de diciembre. “Eso llevó a que algunos, para cubrirse, aumentaran en forma sideral los márgenes de ganancia, otros los dejaron ahí, y algunos tuvieron una estrategia de comercialización distinta”.
En productos como el arroz, los fideos secos, mermeladas y jabón de tocador, las diferencias de precios van de entre el 25% y el 28%.
Para el economista Federico Poli el principal factor que incide en estas brechas es la incertidumbre macroeconómica. “El Gobierno ha mostrado un compromiso en la cuestión fiscal con el superávit, lo cual es bueno en el sentido de que en todo caso despeja un factor de generación de emisiones puras y de desborde monetario, pero después el régimen de represión financiera y cambiaria persiste”, explicó.
“El control de cambio, el cepo y el manejo arbitrario de tasas de interés persisten y además hay un proceso de baja de inflación muy vinculado a un tipo de cambio que se atrasó respecto a la evolución de precios, porque el crawling peg oficial del 2% fue muy por debajo de la inflación, con lo cual también hay una incertidumbre en el mercado sobre la cuestión cambiaria, sobre la cuestión de la unificación y la salida del cepo, y todo eso hace que el proceso de formación de precios se vea afectada”.
Ante la incertidumbre los comercios toman diferentes estrategias: “podés vender la mercadería y después no tenés para reponerla porque los costos se te dispararon, y el tipo de cambio es un costo importante”, agregó.
En este contexto, el freno a los precios lo pone la recesión económica y su impacto en la demanda. Según el último informe del Indec, la actividad económica cayó un 3,9% interanual. “En un escenario recesivo la demanda puede caer mucho, entonces ahí hay un factor de disciplinamiento respecto a los precios”.
En productos básicos como la leche entera en sachet las diferencias entre comercio y comercio pueden ser del 13%. Tanto en la página web de Precios Claros como en el relevamiento propio de PERFIL, los valores de referencia se comparan entre supermercados, y no entre pequeños comercios.
“Es importante diferenciar dos aspectos: el primero es la dispersión de precios propia de las características de cada mercado y que no están explicadas por el proceso inflacionario. Por ejemplo, es más probable que un hipermercado en CABA, por su escala, nos pueda ofrecer menores precios respecto a un almacén en un municipio alejado de los grandes centros urbanos”, detalló el economista Claudio Caprarulo.
“Lo que considero que es más relevante analizar para la actualidad es la dispersión en la variación de precios. O sea, si los aumentos de precios son muy diferentes entre distintos productos. Al analizar los datos vemos que desde enero se viene reduciendo esa dispersión, aunque aún estamos lejos de valores propios de una economía estable”, opinó.
Esta semana la Secretaría de Comercio habilitó el acceso público a la base de datos del Sistema Electrónico de Publicidad de Precios Argentinos (SEPA), en donde se van a cargar datos diarios sobre los precios de 70 mil productos del rubro alimentos que son comercializados en establecimientos de todo el país.
Si los precios y la economía se estabilizan, entienden los economistas, la dispersión debería al menos disminuir. Por ahora, comprar un mismo acondicionador puede costar $2.969 o $4.240, un 42% de diferencia entre dos supermercados.