Con todos los beneficios que trae consigo, WhatsApp también se puede convertir en un arma de doble filo. En los últimos años, logró ser escenario de una serie de estafas virtuales, las cuales tienen ciertas características en común que las pueden hacer identificables y, de esta forma, evitables. Además del famoso «cuento del tío», pueden incluso llegar a través de propuestas laborales falsas.

Estas ofertas de trabajo «truchas» se utilizan para obtener dinero, información personal o financiera y, en el peor de los casos, para captar a la víctima en una red de explotación laboral o sexual. Los delincuentes suelen enfocarse en personas que provienen de zonas que atraviesan situaciones de vulnerabilidad.

Pueden ser aquellas que presentan graves dificultades en el acceso a derechos económicos, sociales y culturales; experimentan situaciones de desigualdades de género; vivencian situaciones de xenofobia, racismo o discriminación hacia la diversidad sexual; sufren discriminación por su condición de migrante; habitan zonas cuyo contexto económico es de alta fragilidad y precariedad.

Tomando provecho del anonimato y el gran alcance que ofrece la aplicación de mensajería, los delincuentes se hacen pasar por reclutadores de empresas reconocidas y seguras. Le envían mensajes a usuarios de diferentes países, prometiendo puestos que cuentan con condiciones atractivas:

«Prometen» una remuneración superior a lo normal, sin exigir mayores requisitos para el puesto.

Implica que la persona se traslade de su lugar de residencia a otra ciudad, provincia o país.

Otras veces «ofrecen» una modalidad 100% virtual.

Piden que se adelante un dinero para gastos de gestión, documentación o materiales.

Exigen que se envíe fotos/videos de uno para un casting.

A veces, le plantean a la víctima que pase por un período de prueba sin cobrar.

Piden su documentos de identidad.

A veces se le pide al usuario que deposite un monto para iniciar con el «período de prueba». Otra veces pide datos bancarios o personales para suplantar su identidad y explotarlo financieramente, abriendo cuentas a su nombre y utilizando su plata. 

Si bien estos métodos suelen durar algunas horas, hay algunos estafadores que dedican días para que el robo se haga más creíble. Hay quienes respetan el periodo de prueba ficticio y, durante un tiempo determinado, la víctima realiza tareas simuladas y recibe promesas de pagos elevados que, por supuesto, jamás llegarán. 

No obstante, existen estafadores que comienzan depositando dinero en la cuenta del usuario para ganarse su confianza. Cuando esta persona quiere seguir involucrándose, le exigen un monto mayor al enviado a fin de continuar en esa «compañía» y efectivizarse. 

Cómo no caer en estafas virtuales

Para no caer en estas mentiras, lo importante es analizar cada oferta de empleo recibida por WhatsApp o cualquier red social, especialmente si no se ha solicitado. Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que las empresas genuinas no suelen comunicarse por esta vía directamente para ofrecer un puesto. Tampoco se solicitan pagos por adelantado ni demasiados datos personales antes de cerrar algún contrato. 

Lo que se recomienda es verificar que la empresa exista, así como el reclutador. Es ideal contactar a las firmas por sus canales oficiales y confirmar que la vacante existe. También chequear cómo es la redacción de los mensajes, porque durante una estafa puede suceder que los textos sean muy genéricos o presenten faltas de ortografía. Además, no se debe abrir ningún link desconocido.